Rutinas rigurosas, horas de práctica, repetición, repetición, repetición: esa es tu vida como bailarín. Le das a tu cuerpo el tiempo que necesita para sanar y lo llevas al límite cuando sabes que estás listo.
La danza se trata de viajar, conocer gente que te inspira y motivar a otros a medida que creces.
Se trata de estar en el escenario cuando todo encaja y de ese último momento de silencio justo antes de que la multitud enloquezca.